Poner límites es una de las habilidades que nos deberían enseñar a todos desde muy niños, muchas veces no sabemos decir “no” y pueden llegar a abusar de nuestra personalidad. A lo largo de la vida se nos presentan todo tipo de relaciones y todo tipo de personas; el saber poner límites nos puede facilitar la vida en nuestras relaciones de pareja, con nuestros padres o hermanos, hijos y en relaciones laborales; aprender a poner límites es ponernos a nosotros mismos como prioridad.

Sabemos que sí no aprendemos a poner límites, podemos ser abusados (con abuso no me refiero únicamente a violencia física), sino que también pasan por encima de nosotros, no toman en cuenta nuestra opinión y, probablemente, nos sintamos intimidados, miedosos o inseguros. Todo esto, lleva a que la autoestima cada vez esté más baja.

Entonces, ¿Qué hacer para empezar a poner límites?

• En primer lugar, tener firmeza en nuestras decisiones, hablar con convicción y seguridad. Por ejemplo, si le dices a tus hijos que no pueden comer dulces antes de cenar, esta regla se debe aplicar siempre (a menos de que conversen y se llegue a otro acuerdo). Si se saltan la regla al menos una vez, ellos verán lo poco firme que eres y la seguirán rompiendo en otras ocasiones.
• En algunas ocasiones, antes de poner límites a otros, también debemos saber, cuáles son nuestros propios límites. Y así, poder tener coherencia.
• Recuerda, queremos ser firmes más no irrespetuoso y jamás ridiculizar a la contraparte. Por ejemplo, si eres jefe, debes poner límites a tus empleados, pero eso no implica que debes gritarlos y hacerlos sentir mal en público. La autoridad, no implica gritos.

Los límites puestos de la manera correcta, harán que tu prioridad sea tu bienestar personal, te ahorrará problemas y tiempo a mediano plazo y luego cuando te acostumbres, verás que te sentirás mucho mejor contigo y con tu entorno.

Escrito por: Rosmery Hernández